En pujante claroscuro
los cuerpos en movimiento
atizan el lienzo
sin mirarme a los ojos.
Ángeles y vírgenes
de rostros y pies sucios
se sublevan ante el decoro
y alimentan a un dios cotidiano.
En agonía se desdibuja la ambigüedad
y presas del sufrimiento
las cabezas degolladas
no te declaran culpable.
los cuerpos en movimiento
atizan el lienzo
sin mirarme a los ojos.
Ángeles y vírgenes
de rostros y pies sucios
se sublevan ante el decoro
y alimentan a un dios cotidiano.
En agonía se desdibuja la ambigüedad
y presas del sufrimiento
las cabezas degolladas
no te declaran culpable.
1 comentario:
El dios de la venganza...seguiré leyéndote...mi más cordial enhorabuena poeta....azpeitia
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